CRÓNICA DEL CHILE QUE CONOCIMOS – Parte VIII
4 de setembro de 2013 Processocom
POR LOS ALREDEDORES DE CASTRO
Castro, con una población aproximada de unos cuarenta mil habitantes, muestra una gran actividad comercial, y como punto turístico es ideal para emprender jornadas a sus alrededores y así admirar la naturaleza o apreciar los diferentes aspectos culturales que ofrece el archipiélago. Por eso es que, con Jiani, habíamos programado efectuar las excursiones que nos fueran posibles, como bosques, islas, caseríos de interés; pero, en estas circunstancias, uno no siempre puede realizar lo que se propuso inicialmente. En efecto, habíamos pensando que iríamos una de las islas de interés ecológico, cultural y culinario, y en esta ocasión utilizaríamos la opción de una agencia turística, dadas las implicaciones de transporte; pero, claro, aquí hay que contar con las disposiciones de la madre naturaleza y de los dioses y diosas chilotes que, para ese día, nos dijeron que no era posible, dadas las condiciones marinas imperantes para cruzar uno de sus canales. Devueltos los cuarenta mil pesos por parte de la agencia turística que habíamos contratado el día anterior, nos embarcamos por cuenta propia en un autobús con rumbo a Chonchi, a unos veintitrés kilómetros hacia el sur de la capital de la gran isla.
A Chonchi (Tierra Roja, Gente Flaca) la conocen como la Ciudad de los Tres Pisos porque es un asentamiento urbano que se extiende desde el mar (primer piso) hacia una pendiente donde se ubican los otros pisos. Como en la mayoría de estos pueblos, uno de los atractivos urbanos es su arquitectura donde se destacan las construcciones de madera, recubiertas y techadas con el mentado alerce. Junto al muelle marino, por ejemplo, hay una edificación nueva de madera en tres andares que funciona como feria artesanal, y aunque sus instalaciones no permiten un desplazamiento muy adecuado, el protagonismo de la madera es realmente notable; ahí se pueden comprar algunas de las especialidades culinarias como las famosas roscas, se venden también mistelas, licor o “trago de oro”. Muy cerca, en este primer piso de la ciudad, con vista al mar, restaurantes y posadas están a la orden del visitante. Saborear un salmón en la tierra de este delicioso pez es casi obligado, aunque también se ofrecen otras exquisiteces del mar chileno.
Además de admirar la disposición arquitectónica en todos sus niveles o pisos, en Chonchi se puede visitar un pequeño pero significativo Museo de las Tradiciones, lo que permite formarse una mejor idea de esta población, como la referencia de la larga tradición maderera de la zona que, según se refiere, para finales del siglo XIX había convertido a Chonchi en el pueblo más importante al sur de las islas, ya que en sus astilleros se construían grandes veleros y se instalaba aquí el “Rey del Ciprés”. Caminando entre sus calles pintorescas, fuimos a dar también con un museo poco común que nos conectaba con la música y con las tradiciones chilotas. Aquí estaba un hombre, pequeño de estatura y de encanto jovial, con una muestra increíble de acordeones que había logrado rescatar en diferentes lugares, y que, para nuestro contento, se puso a tocar en uno de sus instrumentos preferidos. Había grabado, incluso, un CD de música del terruño y con su gente: “Conjunto Folclórico “Gente del Sur”. Chonchi. Familia Colivoro. Legado y Tradición”; es lo que se puede leer en la tapa del disco que adquirimos gustosos.
Sitio de gran interés en Chonchi es también la Iglesia de San Carlos, uno de los dieciséis monumentos de este tipo reconocidos por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad y Monumento Nacional de Chile. Además del uso de la madera en su estructura, característica de la Escuela Arquitectónica Chilota, es de las pocas iglesias de su tipo que conservan aún el púlpito, al cual me provocó subir para saber lo que se siente en ese primigenio medio de comunicación masiva. ¡Decepción!: sólo había unos cuantos turistas con ganas de imitarme para tomarse una foto.
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